Me di cuenta de que Domingo Pérez es algo más que un cantautor desde la primera vez que lo vi con una guitarra en las manos. Y digo bien que lo vi porque a Domingo no basta con escucharlo, hay que percibirlo cantando para sentir una emoción que sólo puede ser la misma que sintió Tomás cuando tocó la llaga. Su gran cualidad como músico es la que compartió con su amigo Cuervo Ingenuo como fabulista, la de arrastrar al público más descreído al campo florido de la utopía. Nadie debería perderse la experiencia de uno de sus conciertos, porque además de pasar un buen rato y enterarse de un montón de cosas que suceden en el mundo, se tiene la sensación de haber levitado como no hacíamos desde los sueños de nuestra infancia.
Domingo participa en la cadena de favores por el medio ambiente con el libro musical "Cosecha de Margaritas" que ha elaborado sobre las fábulas de Mariano González, y se queda con el gorro marroquí que unos días antes cedió la Plataforma de la Inmigración. Como es un tipo tan solidario y trotamundos, quién puede decir sobre qué escenario y para qué buena causa lucirá la prenda en el futuro: ¿El Congo? ¿Iraq? ¿Palestina?
Termino con una de las fábulas de Cuervo Ingenuo que más tienen que decir en estos tiempos de ladrillo y hormigón armado. Emociona leerla, pero más todavía escucharla. Gracias, Domingo, gracias, Mariano, (y gracias Mon y Rocío, sois unos monstruos).
Chema Moreno
La revolución es imposible, por Mariano González (Cuervo Ingenuo):
"Una vez los que vivían como dios hicieron correr entre la gente la voz de que la revolución era; primero, imposible; segundo, si fuera posible, no era necesaria; tercero, suponiendo que fuera necesaria, no era conveniente por el momento; y cuarto, en el caso de que fuera conveniente, los revolucionarios no tenían ni idea de cómo hacer revoluciones, como se veta por la experiencia de todas las conocidas, como la francesa, la mejicana, la rusa, el mayo del 68 y la revolución nicaragüense. Y lograron convencer incluso a bastantes revolucionarios que se fueran a casa a dedicarse a sus cosas; pero quedaron unos pocos que decían que no, que la revolución era; primero, posible, segundo, necesaria; tercero, muy conveniente; y cuarto, que, aunque era cierto que ellos no sabían exactamente cómo había que hacerla, habían aprendido cantidad de cosas sobre cómo no había que hacerla y, entre otras cosas, que no tenían que hacerla ellos, sino casi toda la gente y si no, ni era revolución ni hostias, y en eso estaban."